El tiempo se escurre en mis dedos
Como si fuera una mariposa
Esquivando el roce de las nubes
Cual otoño entre las hojas.
El castigo del destino no me aterra
La soledad marchita
Que habita en mí
Se queda a un lado del camino.
El sol en mi cara brilla
La sombra fresca de los árboles
Me iluminan como el eterno
Despertar de los sentidos.
Es tarde y no duermo
Porque sueño despierto
Que puedas esperarme
Para volar contigo.
Tu voz tan dulce me dolió
La ausencia rasgó mi mente
Y aturdió el corazón
Apagado y dormido.
Hija y papá.
Los dos.
Un corazón.
Un solo amor.
A mi hija Lucía