Otra vez en mi rostro cansado
Tibia sensación de caricia
El sol me deja con sus dedos de oro.
Las hojas caen sin ruido aparente
Testigo mudo del camino recorrido,
Un ciprés misterioso espera
Que vuelva a su sombra a descansar.
Luz aletargada se filtra en mis ojos
Cansado de tanto esperar al tiempo,
Decido adelantarme y sentarme,
A esperar el atardecer prometido.
Miro la orilla del bosque a lo lejos,
Delimitado por un sendero de hojas muertas
El otoño desnuda en su interior
Pero esconde el tesoro infinito de la paz.
Doradas miradas tiñen mi paso,
Unos duendes espían mi respiro agitado
Cansados de seguirme el paso
Vuelven a su morada de terciopelo.
Que placer oír las caracolas
Sonar tan profundamente,
Encanto de sirenas hermosas
A marineros perdidos han hechizado.
Un sin fin de lágrimas de mar,
Mojan mis pies secos por la arena
Mis ojos miran de verdad
Lo que el bosque había ocultado.
Recorrer tu arena suave,
Caricia eterna del alma,
Otra vez vuelvo a ti,
Playas doradas.
Gabriel Duarte
02/08/08
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